Miles de fieles se reunieron en la edición 45 de la Marcha de la Esperanza, que unió como es tradicional la Gruta de Lourdes -en Magallanes 4051- con la Iglesia Catedral de Mar del Plata. El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, bien cerquita de la imagen de la Virgen, caminó junto a los miles de peregrinos que colmaron las calles de la ciudad. Adultos mayores, madres con bebés en brazos, personas caminando descalzas, familias completas, sacerdotes y muchos jóvenes fueron parte de la Marcha de la Esperanza 2018.
Bajo el lema “Con María caminemos juntos en la audacia del espíritu”, la peregrinación tuvo el recorrido tradicional, como primer parada la parroquia San Antonio en Elpidio González 203, luego en la parroquia Jesús Obrero en Lisandro de la Torre 790, de ahí a la parroquia San José, en Matheu 3351y la anteúltima parada que fue la Asunción de la Santísima Virgen en Santa Fe 2973.
Los organizadores estimaron una participación récord que se pudo visibilizar claramente en el “paso de la Virgen” que se realizó en la diagonal Lisandro de la Torre y también en el centro a lo largo de Rivadavia. En estos momentos la marcha se abre en dos, y la imagen de la Virgen pasa hasta el final y luego vuelve a “caminar y encabezar” la peregrinación. Visiblemente emocionados, con los pañuelos saludando a la Virgen y al canto “Virgen María pasa por aquí”, se constituye en uno de los momentos más emotivos de la tarde.
Al llegar a la Catedral, y con una masiva participación a pesar del frío, comenzó la misa en las escalinatas de la Catedral. Durante la homilía el obispo destacó tres aspectos fundamentales: “caminar juntos, segundo ; asumiendo la realidad y con esperanza”.
Con respecto a “caminar juntos”, Mestre hizo referencia a lo que implica la palabra sínodo y sinodal que es caminar juntos “es el desafío que tenemos cada familia, grupo y toda la Iglesia de Mar del Plata para servir a nuestra Patria”.
“La Marcha de la Esperanza es también experiencia de caminar juntos, cada uno va a un tranco distinto, hay que saber acompañarse y esperarse. Está el que va más rápido o más lento, es una linda experiencia de peregrinar juntos que nos recuerda el desafío de hacerlo en la vida”.
Sobre el segundo aspecto, asumiendo la realidad Mestre manifestó “los textos bíblicos que leímos tienen un tinte apocalípticos, donde aparecen algunas que nos animan a asumir nuestra propia realidad que en aspectos es positiva y a veces negativa o complejas: el dolor por la enfermedad, las situaciones de dificultad por la pérdida de un ser querido, la realidad social que toca a muchas personas y familias y particularmente a los marginados y descartados de la sociedad, los que no encuentran sentido a sus vidas y caen presos de adicciones y en situaciones de no compromiso con la vida, entre muchas otras. Asumir lo bueno y aceptar lo malo cuando es parte de nuestra vida, para poder modificarlo”.
Finalmente destacó la esperanza: “este caminar mariano, tiene sentido porque es el signo de caminar por la vida a la casa de Dios que nos espera simbólicamente en la eucaristía en la Catedral. En el texto evangélico de hoy, nos dice Jesús ‘tengan ánimo y levanten la cabeza’, eso es motivo de esperanza. Nos preparamos de manera particular con este tiempo de Adviento a celebrar la Navidad, tenemos motivos sobrados para tener esperanza incluso en medio de las dificultades de la realidad que tenemos que asumir”.
“La síntesis de toda la Marcha de la Esperanza, es poder abrazarnos bien fuerte a Dios; y con la fuerza de Dios en el corazón, caminar juntos, asumiendo la realidad, con actitud de total y absoluta esperanza”, concluyó el obispo.