En la recientemente restaurada capilla de San José Obrero, el obispo de la diócesis de Mar del Plata monseñor Gabriel Mestre presidió la misa en acción de gracias por la finalización del ciclo lectivo 2017. Concelebraron el padre Pablo Etchepareborda, Delegado Episcopal para la Educación y presidente de la JuREC y el padre Raúl Escudé, encargado del Departamento de Pastoral de la JuREC, junto a sacerdotes y diáconos de distintas comunidades e instituciones educativas. Al final de este artículo, encontrá el video con la homilía completa.
El obispo diocesano monseñor Gabriel Mestre brindó su homilía a luz del Evangelio, buscando en primer lugar “resaltar la figura de Juan el Bautista. El docente, el educador tiene mucho de Juan el Bautista. Prepara los caminos para la vida, con el encuentro en el Señor. Gritar en el desierto”.
“El segundo elemento: en la segunda parte del texto dos veces aparece la palabra violencia, haciendo referencia a quienes hacen una resistencia muy dura a los valores del Reino, a las palabras de Jesús. Este es un tema muy presente en el ámbito social y educativo” remarcó el obispo.
Seguidamente continuó diciendo que “no siempre estamos en situaciones de violencia en la tarea educativa, pero rebajo la palabra, a la palabra «virulencia», y cuántas veces esta realidad de la virulencia ambiental la tenemos que percibir, padecer y a veces lamentablemente provocar. De cara a la tarea que tenemos, debemos saber que es parte de nuestra función contener, atajar penales, decir una palabra, para que podamos dialogar tranquilos un tema. A veces el hecho de tener algún derecho o verdad, nos habilita a ser violentos o virulentos, y no es así. Tener la verdad no nos autoriza a esto”.
En el último tramo de su homilía, monseñor Gabriel aseguró que “somos Juan el Bautista, sostenidos por Dios para ejercitar nuestra vocación docente en clave de Juan el Bautista y teniendo a Cristo en nuestro corazón, que es nuestra paz, ser constructores de paz”.
Monseñor Mestre recordó que es la primera misa que acompaña a los docentes como obispo y quiso “agradecerles profundamente la tarea, agradecerles que sean Juan el Bautista, agradecerles que luchen día a día para dar la paz en la medida que cada uno pueda. A cada una de las instituciones educativas, a los equipos educativos, a cada docente, al personal auxiliar que tanto hace en nuestras instituciones educativas”.
Por último, pidió que “cada colegio, cada comunidad educativa y la JuREC, puedan ir preparando nuestro corazón a la luz de lo que planteo en le carta pastoral del 22 de noviembre y podamos ser comunidades educativas y Junta Regional de Educación Católica, profundamente “trinitarias, sinodales y proféticas».
Por su parte el padre Pablo Etchepareborda celebró la finalización de este ciclo lectivo “con mucha alegría ya que vinimos a una escuela que es muy significativa en los 60 años de nuestra diócesis. Es la Escuela conocida como Huincó y que tiene como segundo nombre monseñor Enrique Rau, primer obispo diocesano. Celebramos en la misma capilla y en el mismo altar donde Rau celebró la primera misa frente al pueblo”.
Acerca de la misa dijo que “es un encuentro donde hemos invitado docentes, directivos, representantes legales y de DIPREGEP. Es un momento para cerrar el año, con el acompañamiento del obispo y otros sacerdotes, donde queremos poner un cierre final a este año y darle gracias a dios por todo lo que hemos vivido este año, con las cosas lindas y las difíciles, pero adelante”.
El presidente de JuREC recordó que “este año comenzó complicado. Hemos tenido las cuestiones paritarias, con los paros. Pero mas allá de mirar lo negativo, ver lo positivo, que aún a pesar de los problemas, los docentes, absolutamente todos, apostaron por los chicos. Uno de una manera u otra, pero todos apostaron por los chicos y lo bueno es que estuvieron creativos, participaron, estuvieron en la escuela, los llevaron al Encuentro Deportivo y Cultural, la Fiesta de la Catequesis, la Fiesta de la Fe, participaron de la Jornada de Educación para el Amor y la Familia, hubo muchas capacitaciones y reuniones de directivos. Se trabajó muy bien en torno a la educación emocional y el crecimiento de cada persona en su desarrollo personal y comunitario”.
“Estamos muy contentos porque se ha podido trabajar mucho y la educación no tiene resultados inmediatos, sino que se van logrando los resultados a lo largo de los años y entonces uno no los ve en el momento y lo ve en muchos años. Esto se ve cuando los chicos se fueron y formaron su hogar y los papás de los chicos mandan a sus hijos porque estuvieron en tal o cual escuela, y eso da una cohesión y una pertenencia que ayuda muchísimo a la educación” culminó el padre Pablo.